Notas de Esperanza

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La Vela de la Fe

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La segunda vela de la corona de Adviento: La vela de la fe

En el Segundo Domingo de Adviento encendemos la segunda vela de la corona, también de color morado. Esta luz es conocida como la vela de la fe o la vela de Belén, porque nos recuerda el camino de María y José hacia la ciudad donde nacería el Salvador. Su significado nos invita a confiar en las promesas de Dios y a preparar el corazón para recibir a Cristo con fe viva.

La fe es más que aceptar verdades: es caminar con confianza, aun cuando el horizonte parece incierto. Así lo hicieron los profetas, así lo vivió María al decir “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38). Encender esta vela es renovar nuestra decisión de creer en el Dios que cumple lo que promete, incluso en medio de las pruebas.

La tradición vincula esta segunda vela con Juan el Bautista, el precursor que preparó el camino del Señor. Su voz en el desierto nos recuerda que la fe exige conversión: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos” (Mt 3,3). La luz de esta vela nos llama a enderezar lo torcido en nuestra vida y a abrir espacio para la gracia.

En familia, encender la segunda vela puede acompañarse de una oración por la fe: pedir que crezca en nosotros la confianza en Dios, leer un pasaje del Evangelio y asumir un compromiso concreto (por ejemplo, dedicar tiempo a la oración o participar en la reconciliación sacramental). El color morado sigue invitando a la sobriedad y a la preparación interior.

La segunda semana de Adviento nos recuerda que la fe es luz en el camino: ilumina nuestras decisiones, sostiene nuestras luchas y nos abre a la alegría de la Navidad. Que esta llama nos ayude a vivir como hijos de la promesa, confiando en que Dios cumple su palabra y que su Reino ya está en medio de nosotros.

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